P. Carlos Luis Suárez: “Lo que el P. Dehon vivió, lo compartió con un grupo de laicos ya desde los orígenes de la Congregación”

Misión dehoniana Compartida

P. Carlos Luis Suárez: “Lo que el P. Dehon vivió, lo compartió con un grupo de laicos ya desde los orígenes de la Congregación”

La Misión ad gentes

Salir de nuestras fronteras es una bendición. Tener la experiencia de compartir la vida con otra cultura, con otros pueblos, enriquece; es una de las maneras más hermosas de poder vivir nuestra vocación, dice el padre Carlos Luis.

El envío misionero no ha perdido vitalidad entre nosotros, también este fue un aspecto muy cuidado por Dehon desde el inicio. Se sentía muy misionero a través de los hermanos que fue enviando a los diversos lugares algunos muy complejos -como decía él- donde se muere joven, y tantos que dieron la vida, como recordamos el día de la Memoria Dehoniana.

Al mismo tiempo, es la alegría de poder comunicar la buena noticia. No podemos encerrarnos porque así es la misma lógica de nuestra fe cristiana, la contemplación de la Encarnación, la ´salida´ de Dios dándonos al Hijo, así es el éxodo de Dios hacia nuestro encuentro. El éxodo que vive Jesús de sus planteamientos, con María y con José, desde pequeño saliendo de su tierra, saliendo de los límites que a veces le imponía su misma cultura, es el modelo que tenemos que seguir.

Una Congregación que se mantiene misionera recuerda a la humanidad que este mundo es Casa de todos. El Papa Francisco ha insistido mucho en esta idea de que el mundo es Casa: lo que pasa en la otra esquina del planeta, aunque no lo vea, me afecta también. Estamos llamados a sentirnos ciudadanos del mundo, a salir de nuestros nacionalismos o etnicismos que pueden ser empobrecedores cuando nos comparan, alejan o enfrentan. Debemos estar atentos a las diferencias que nos encierran en baluartes inexpugnables y a cuando mi originalidad la sé compartir como un regalo para los demás.

En diálogo con la cultura, un diálogo de razón y también de caridad, de pasión.

El padre Carlos Luis ha dedicado los últimos dieciocho años a la formación teológica en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Venezuela, de la que ha sido rector, y en el Instituto de Teología de la Vida Religiosa, una experiencia de ´intercongregacionalidad´ en la que pudo trabajar mano a mano con otras Congregaciones y enriquecerse con otros carismas. Él mismo completó sus estudios teológicos en esa pedagogía. Se trata de un proyecto académico que vincula la realidad social con lo pastoral. Nunca lo académico aparece desdibujado de un contexto donde se vive y se hace teología. Esta experiencia le ayudó mucho a entender que lo que estudiamos tiene siempre un para qué, o mejor, un para quién. La fatiga del estudio nunca puede ser para una exaltación vanidosa, sino una ofrenda. El trabajo de la razón va acompañado y guiado siempre por esa generosidad.

Lo que el dehoniano ofrece a este diálogo es una actitud, una manera de estar al servicio de manera incondicional para buscar juntos, no para rivalizar. Supone reconocer siempre nuestra propia limitación y la riqueza que tiene el otro. Se trata de ver cómo lo tuyo y lo mío nos enriquece, sin que nadie quede destruido.

Esto también es reparar: trabajar con el otro desde las instancias del saber, del hacer y en nuestra manera de proceder; buscar lo que Dehon también leía en el evangelio de Juan, ´que sean uno´, sin aniquilarlo, sino buscando que la diversidad nos ayude a crecer en entendimiento y en fraternidad, que es hacia donde deberíamos apuntar siempre. Si el diálogo es sólo un artificio argumental sería estéril porque no lleva a ninguna parte, por lo menos no al Evangelio.

Al preguntar sobre el acento imprescindible que tiene la teología hoy en Venezuela responde que la impronta del Papa Francisco marca una dirección: habla la teología del pueblo. Siempre el acento debe ser la teología: pensar a Dios, expresar lo que descubrimos, aprendemos, lo que hemos contemplado en Él.

No se puede hacer Teología al margen de la realidad. En un contexto en el que la Iglesia se reconoce pueblo, y pueblo de Dios, y quiere caminar con el pueblo, y se empeña por ser más cercana, se encuentra con muchos hombres, hermanos nuestros, que nos urgen y piden ayuda para poder iluminar lo que sufren, lo que padecen, lo que anhelan. Es así como la Teología se va encarnando. La urgencia hoy en Venezuela es la de una teología de la esperanza que mantiene que Dios es el Señor de la historia, y no quienes con sus planes provocan una situación de penuria, de dolor, de calamidad. Una esperanza que suscite compromiso y el deseo de implicarse, desde la fe, para logremos entre todos la transformación de un país. 

La familia dehoniana y la misión compartida

Esta realidad abundante en nuestra Congregación nos ayuda a recordar que los carismas son de Dios. Lo que el P. Dehon vivió, lo compartió con un grupo de laicos ya desde los orígenes de la Congregación. No podemos descuidar cómo el laicado ha estado muy cercano al proyecto de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús desde el Fundador.

Es una grandísima bendición porque nos recuerda, primero, que el carisma es del pueblo de Dios; lo que Dehon acogió no es sólo para sus religiosos, es para familias, para hombres y mujeres que desean alguna forma de consagración,  y para tantos otros que buscan vivir su vida y su fe con intensidad.

El voluntariado, por ejemplo, desde el que se va suscitando gente que se encuentra con la figura de nuestro fundador y, a la vez, descubre cosas que les apasionan: su manera de ser, cómo confrontó una época muy compleja de la sociedad, y su empeño por dar respuesta a tantas situaciones.

Nuestra Congregación es como un gran paraguas donde cabemos muchos: los religiosos, grupos diversos de movimientos que has surgido, otras formas de consagración como la Compañía Misionera, u otras formas de vida tan cercanas como las Siervas del Corazón de Jesús a las que estamos tan ligados por nuestra historia. No dejamos de tener lazos con mucha gente y, en la medida que vamos convergiendo nos vamos a ayudar mucho a afinar en el proyecto y a crecer en la misión.

Vemos ya con esperanza este creciente laicado en muchos lugares del mundo, que se va sintiendo profundamente identificado con el mensaje y la propuesta del P. Dehon.

Antonio Rufete
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